Todos conocemos la palabra RESPETO pero conocemos su significado? Los respetuosos nos sentimos personas cultas y educadas, con tolerancia, que no reaccionamos con violencia ni groserías cuando alguien piensa o actúa de manera distinta a nosotros.
Pero, ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos afecta a nosotros directamente? ¿Dónde quedan la tolerancia y el respeto cuando el compañero de atrás nos mueve la banca con sus pies? ¿O cuando aquel que desesperado porque está en una emergencia, nos corta el paso en los pasillos de la Universidad?
O para ser más realistas cuando nuestra amiga(o) decide salir con alguien que no nos gusta. Yo pienso que en realidad el respeto del que tanto se habla funciona, siempre y cuando no se metan directamente con nuestros intereses. Es una especie de pacto: si tú no te metes conmigo, yo no me meto contigo.
Pero hay algo más completo que la tolerancia, el respeto es más rico y completo en su significado, implica entendimiento, comprensión y una gran porción de amor.
El respeto exige la comprensión del otro. Ponerse en sus zapatos, implica tratar de comprender su posición. No basta solamente con no agredirlo o ignorarlo, implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas y abiertos inclusive a aceptar la posibilidad de replantear las nuestras.
El respeto hace una diferenciación total entre la persona y lo que ésta piense o diga en un momento dado. Nos lleva a aceptar nuestras diferencias personales, recordando que cada uno de nosotros tiene derecho a ser quien es.
Podemos fortalecer el respeto de la siguiente manera:
1) Aprende a mirar y escuchar. Miremos, hablemos y escuchemos con respeto a todos los compañeros, maestros, personal administrativo o de intendencia que se cruce en nuestro camino, detengámonos unos segundos para saludarlos, mirémoslos a los ojos y deseémosle un buen día, o simplemente démosle las gracias con sentimiento. Deseémosle lo mejor desde el corazón.
2) Tomemos la decisión de aprender. El que cree que ya lo sabe todo está estancado. El mundo cambia continuamente y nosotros con él, y cada persona o situación que se presentan en nuestra vida son oportunidades para aprender y crecer. Los alumnos aprenden del maestro pero también el maestro aprende del alumno.
3) Colócate en los zapatos del otro. Nadie hace cosas sólo por fastidiar al otro; tú no sabes la situación difícil que ese compañero(a) pueda estar viviendo. De vez en cuando es necesario que trates de pensar y sentir como lo está haciendo él (ella); es decir, desde su punto de vista. Extender nuestra comprensión hacia los demás, implica volvernos más compasivos.
4) No seas intransigente. Que algún compañero tenga un defecto, que diga o haga cosas improcedentes no lo condena como persona, siempre podemos recapacitar o cambiar nuestra actitud o comportamiento. Por lo tanto, no rechaces, discrimines o maltrates a otros porque no hacen lo que tú deseas o esperas, ten más paciencia y comprensión.
5) Nadie es más ni menos que tú. Sólo somos diferentes en lo personal. Llegamos a este mundo con limitaciones y condiciones más o menos difíciles para superar, resolver y de las cuales aprender, en eso radica todo. Acepta a los demás compañeros con sus defectos y cualidades sin juzgarlos.
6) Respétate a ti mismo así podrás respetar a los demás. Recuerda que para pedir respeto primero hay que respetar.
Cuando vivimos con respeto hacia los demás, nos volvemos más tolerantes, pacientes, comprensivos, cumplidores y responsables de nuestra participación en el mundo, y cuando nos volvemos respetuosos de nosotros mismos, establecemos límites con seguridad, nos valoramos más y confiamos en nuestra capacidad.
Por: Maytte Sepúlveda
Adaptado por:
Lic. Ana María Mena Torres
Coordinadora del Área de Atención Social
Desarrollo del Potencial Humano
No hay comentarios.:
Publicar un comentario